Pasa lo que está pasando en Puno cuando los que deciden las políticas de gobierno desconocen la realidad del país y, contrario a ayudar a la población, terminan arrinconándola, generando desobediencia, informalidad, pobreza y caos.
Mediante el Decreto Supremo N° 017-2021-PCM, el Gobierno de Francisco Sagasti estableció que la provincia de Puno, entre otras en el país, sea declarada en riesgo extremo por el SARS-cov-2 y con ello ordenar una cuarentena focalizada hasta el 14 de febrero (ahora se extendió hasta el 28 de febrero).
Es curioso que la declaratoria sea en la provincia capital y no en San Román, donde hasta el mes de enero de 2021 (cuando aún se hacían desagregados provinciales), se registraba el 50% de los casos de COVID-19, mientras que en Puno, solo el 25%. Y con esto, no queremos decir que Juliaca debe pasar a cuarentena, al contrario.
Debe ser que para los asesores de Sagasti, Puno es una ciudad tipo metrópoli, sin la bipolaridad Puno-Juliaca, que la capital mantiene la mayor cantidad de habitantes o que ambas ciudades están juntas. Es decir, una lectura bastante alejada de la realidad local.
No se explica de otro modo cómo quieren aplicar una inmovilización social en una ciudad y tener efectos de mitigación en zonas de potencial aglomeración como Juliaca.
Dicho sea de paso, la cuarentena focalizada es un saludo a la bandera, que lo único que está provocando es un golpe mortal a la economía.
Cerrar los negocios en lugar de generar y exigir condiciones de salubridad, es un atentado a las familias más pobres.
Incentivar paraderos informales en las afueras, es provocar piratería, incremento de tarifas, zonas comerciales no controladas, informalidad en el transporte y riesgo de coronavirus.
¿Cuándo entenderemos, señores del Gobierno, que el encierro no nos salvará de la pandemia? (Correo Puno Juliaca 11/02/21 Foto: La Decana)